Con frecuencia la gente me pregunta que cómo fue que terminé siendo cirujano bariátra. Lo que siempre les digo es que yo no elegí la cirugía, la cirugía me eligió a mí.
Desde muy pequeña sentí una fascinación absoluta por la manera en la que el cuerpo humano funciona, y conforme lo conocí y estudié más esa fascinación se convirtió en la más grande y pura admiración por la obra maestra de la creación.
El cuerpo humano tiene la capacidad de realizar cientos de miles de funciones por minuto; al corazón nunca se le olvida como latir, a los pulmones como respirar, a las venas como transportar sangre… inclusive sometido a las condiciones menos favorables, el cuerpo sigue respondiendo. Lo tratamos mal, lo alimentamos peor, no lo cuidamos, no lo descansamos, pero la casa sigue operando, sigue funcionando; el cuerpo desata mecanismos de compensación que le permiten continuar a pesar de los pesares.
Gracias al apoyo de mi familia, y bajo la tutela de mis maestros de la facultad de medicina de la Universidad Autónoma de Baja California, pude entregarme por completo a mis estudios y poco a poco me di cuenta que ¡entre más aprendía más quería seguir aprendiendo! También me di cuenta que una de las cosas más maravillosas del cuerpo humano es su capacidad de reparación; bajo las circunstancias terapéuticas adecuadas, el cuerpo sana, se compone y en muchos casos sigue adelante como si nada hubiera pasado.
Durante mi residencia no se requerían grandes capacidades de observación para notar que había un común denominador que empeoraba cualquier condición médica, que estaba enfermando y matando a cada vez más gente y que, a mi juicio, no estaba recibiendo la atención necesaria, se trataba de la obesidad. Muchas veces me pregunté ¿Cómo puedo servir y ayudar desde el quirófano de forma significativa? Las respuestas podían ser muchas, pero la que me venía a la mente una y otra vez era cirugía bariátrica. Mi vocación me había encontrado.
No había mejor opción para mí, la cirugía bariátrica combinaba todo lo que yo quería hacer: estar a la vanguardia en tecnología quirúrgica de mínima invasión, ser un instrumento para que la gente cambiara su vida y servir de manera significativa a mis pacientes. Realicé los estudios necesarios, en México y el extranjero, y empecé a trabajar.
En la actualidad, México enfrenta la crisis de obesidad más grave en América Latina, con 70% de los adultos con sobrepeso u obesidad, según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) de México. Se trata de un problema de salud pública que puede costar hasta 12,500 millones de dólares para 2017, según reporta Forbes México. En los Estados Unidos 68.5% de los adultos padecen de obesidad o sobrepeso y 34% padecen obesidad. Las alarmantes cifras de mi país y de mi país vecino me terminaron de convencer de que lo que debía hacer era ayudar a la gente a transformar su vida y recuperar su salud a través de la cirugía bariátrica.
Pero sabía que la cirugía por sí sola no sería el remedio. Así como las funciones del cuerpo trabajan como una orquesta magistral, yo tenía que desarrollar un modelo que trabajara igual; en varias etapas y desde distintas disciplinas, había que tratar al paciente de forma integral. Estaba segura de que sería la única manera en que podría trabajar, pues operar estilo maquiladora y mandar al paciente a casa sin la información y el apoyo necesario no era opción para mí.
LIMARP nació entonces de un interés genuino por ayudar a la gente. De mis primeras metas fue lograr un equipo sólido, preparado, ético, que compartiera mi visión y mi vocación de servicio. Las metas que siguieron y que siguen han ido cambiando y creciendo; desde lograr la nada fácil certificación como Centro de Excelencia, hasta ayudar a diseñar instrumentos quirúrgicos y desarrollar tecnología innovadora para la atención y seguimiento integral del paciente.
Aún hay mucho por hacer, los planes y los sueños no tienen fin y sin duda hay retos y momentos difíciles, pero al final del día, cuando un paciente me manda un mensaje conmovedor, una foto de su boda con el vestido de sus sueños, o simplemente me abraza y me dice al oído “gracias”, me lleno de energía y doy gracias por la fortuna de vivir mi vocación día con día.
Nuestro equipo está a tus órdenes y te podemos ayudar. Para una valoración sin costo llama a LIMARP Centro de Excelencia Internacional en Obesidad al (664) 686 2542 o llena una forma de contacto en LIMARP.