Algo más que fuerza de voluntad

Con frecuencia pensamos que si tan solo tuviéramos un poco más de fuerza de voluntad todo sería posible. Ganaríamos más […]

Con frecuencia pensamos que si tan solo tuviéramos un poco más de fuerza de voluntad todo sería posible. Ganaríamos más dinero, lograríamos esa meta, cumpliríamos todas nuestras resoluciones, no faltaríamos al gimnasio y llegaríamos al peso que tanto añoramos. Pero la fuerza de voluntad no depende completamente de la fortaleza psicológica, existen factores como el equilibrio hormonal y la estabilidad de los niveles de azúcar en sangre que pueden afectar nuestra capacidad de auto-control.

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Los psicólogos coinciden en que la capacidad del ser humano por auto controlarse tiene un límite, es como un tanque de gasolina que se va acabando y que si no lo cuidas se puede vaciar rápidamente; por lo que es muy importante aprender a administrar la fuerza de voluntad y tener clara tu lista de prioridades para aplicarla en solo uno o dos propósitos a la vez. La fuerza de voluntad es de las habilidades mentales más débiles y los expertos indican que tiende a fatigarse si dependemos demasiado de ella.

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En el caso de la comida, es un hecho que hasta una caída leve en el nivel de azúcar en sangre (como cuando nos malpasamos) puede afectar nuestra capacidad de planear y evitar tentaciones. El secreto para evitar esta situación es hacer tres comidas y tomar dos refrigerios al día que contengan tanto carbohidratos complejos como proteína de calidad. La proteína tiene la capacidad de estabilizar los niveles de azúcar en sangre, lo que a su vez nos ayuda a no comer de más o caer en conductas impulsivas. Cabe mencionar que el comer de menos agota la glucosa en el sistema y afecta la producción de leptina, la hormona que ayuda a regular el apetito.

El ejercicio también es un aliado importante pues entre sus muchos beneficios destaca su capacidad de mantener niveles sanos de leptina y si a eso le agregamos de 6 a 8 horas de sueño diarias ayudamos a que tanto la leptina como la ghrelina (hormona que activa la señal del hambre) se mantengan niveladas. Además de que el dormir bien nos ayuda a tener una mente despejada y a mantener afinados nuestros sentidos.

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En 1970 el psicólogo e investigador Walter Mischel hizo una prueba en la que colocó galletas frente a un grupo de niños y les ofreció dos opciones: puedes comerte una galleta en este momento, o esperar a que yo regrese de hacer unas cosas y te podrás comer dos. Cuando el investigador abandonó el cuarto muchos de los niños comieron la galleta casi de inmediato, sin embargo hubo algunos que resistieron y encontraron la manera de retardar la gratificación.

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Al analizar este y otros estudios Mischel encontró que los niños que pudieron resistir la tentación concentraron su atención en otras cosas, algunos se taparon los ojos, otros voltearon para otro lado y otros recargaron su cabeza sobre sus brazos, el psicólogo concluyó que la distracción es más poderosa que la fuerza de voluntad a la hora de tratar de evitar la tentación. ¿Cómo aplicar esto a la vida diaria? Si no lo veo, no lo quiero. Resistirse a un paquete de galletas que sabemos está en la alacena puede resultar imposible, pero si mantenemos las galletas mayormente fuera de nuestro entorno, la mente se distrae en otras cosas y la tentación se supera.

Otro factor que debilita la fuerza de voluntad es el tener que tomar decisiones en el momento, debemos evitar la tentación a través de la planeación; es de suma importancia llevar una lista a la hora de ir al supermercado y apegarnos a ella; planear tus días y tus comidas le quita trabajo a tu fuerza de voluntad, manteniéndola disponible para cuando en realidad la necesites.

En su libro La Mente Invicta: La Ciencia de Construir un Ser Indestructible, el doctor Alex Lickerman explica que la llave para resistir la tentación no es la fuerza de voluntad, sino el aprender a distraernos y pensar en otra cosa, el evitarla manteniéndola lejos y el aceptar que existen alimentos ante los que somos débiles; esto último le quita poder a la tentación pues la falta de resistencia nos ayuda a reducir la ansiedad de comer de más o caer en atracones.

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Aprender a resistir la tentación (de comer de más, no hacer ejercicio, etc.) por medios que no sean la mera fuerza de voluntad nos ayudará a evitar la frustración y la culpa que sentimos cuando cedemos a la pequeña voz interna que parece insistir que “no pasa nada” y que con tanta facilidad nos convence. Planea tus días, retoma con gusto actividades que te distraigan y entretengan y sácale la vuelta a las situaciones, personas y cosas que te alejen de tus propósitos. Más pronto que tarde te encontrarás del otro lado de la meta.

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